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Mas, ni este riesgo, tan manifiesto contra mi, pudo disculparme prudente en la resistencia; pues hallandome (indignamente) constituìdo en la obligacion del Oficio de Pastor de Almas de este tan Christiano, y Catholico Pueblo, se me pidiò lo que en todo Derecho, y Justicia debo à mis Obejas. Todos los derechos oygo, claman contra los Pastores negligentes en alimentar su Grey; gritan â una voz todas las Leyes, las Divinas, las Naturales, las Humanas, segun constante sentir de todos los Padres, y Doctores de la Iglesia. Siendo, pues, esto assi: como podria negarme, sin incurrir en conocida temeridad, à peticion tan justa? Demás, que el pan de Doctrina Christiana, que se me pide, es, para que los Niños de el Pueblo desde su tierna hedad entren con felicidad à gustar de este espiritual sustento tan precioso, como util, y necesario para el logro de su buena educacion y enseñanza, y à este fin es fuerza les dé yo este pan del Cielo, pero no entero, fino (conforme se me pide, y ellos lo necesitan) bien partido, para que les sea mas sabroso, y menos dificil el digerirlo, y les sirva de alimento tan util, como necessario para el logro de la Bienaventuranza, á donde como por la mano me toca conducirlos; pues de otra suerte, qué les aprobecharà el proponerles yo la obligacion de el Christiano en general, si quanto deben creer, orar, recibir, y obrar no les explicara, como debo,